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  • Abram Sinhache
  • 20 feb 2017
  • 1 Min. de lectura

Vestías una noche estrellada,

abotonada del cuello hasta tu vientre,

así, mientras tu sexo y mi sexo se abrazaban y se estrujaban

podía sentir la calidez y la humedad de un universo:

un universo que tiene grandes ojos,

que respira,

que exhala,

qué sonríe,

antes buscaba disparar al cielo,

ese era mi límite.

ahora sé que existe algo más grande.

algo que me muestra todas las cosas a la vez.

algo que Borges describe como el aleph:

el inconcebible universo.


 
 
 

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