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Historias verticales, los cómo de los cómo: De cómo Osvaldo llega cansado a su destino

  • Abram Sinhache
  • 4 ago 2016
  • 1 Min. de lectura

“… Pero cuando se ama largo y dulcemente, cuando se quiere llegar al término de una paulatina esperanza, es lógico que se elijan los años caracol.”

Lucas, sus largas marchas – Julio Cortázar

Si bien es cierto

que para amar se prefieren los años caracol

porque permiten amar largo y dulcemente,

la verdad es que Osvaldo*

Se cansa frecuentemente.

Como un corredor preparándose

para la carrera de los 13km,

necesita reposo a los 5km y a los 7km

el dolor de caballo y la molestia en

la rodilla se lo exigen y

de vez en cuando pierde oxígeno.

Con la playera empapada en sudor

la sales dejan su respectiva linea blanca.

Así que por las noches Osvaldo

Se quita su caparazón.

Piensa en todos los kilómetros recorridos

Y evalúa lo que le falta por recorrer.

Acaricia sus labios con la lengua

Y siente la sequedad en la garganta,

se da cuenta que quemó las naves hace mucho,

está en el punto sin retorno.

Así que Osvaldo toma de nuevo su caparazón

y sobre la alameda, protegido por ramas y arbustos

va sorteando charcos, autos, bicicletas, heces de perros,

Siempre guiado por el conejo en la luna

y el cinturón de Orión.

Aunque después de varias horas

de mucho esfuerzo y dedicación,

El pobre caracol lleve apenas

30 centímetros recorridos.

Es curioso, cómo los años caracol

Para el mismo caracol se van volando.


 
 
 

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