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Sin Título

  • Abram Sinhache
  • 21 mar 2016
  • 1 Min. de lectura

Mira que es tan raro, cómo creemos que paseamos por la ciudad con las manos unidas, como besándose en cada caricia, tu mano y la mía creyendo que hay un doble paseo, ¿doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos en espiral, pues si bien mi mano se pasea con tu mano, tu mano se pasea con la mía, la tierra las pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y así, nuestras manos llegan a sentirse confundidas y hasta mareadas, pero se tienen la una a la otra, para compartir esa confusión y esas ganas de vomitar en cada caricia.


 
 
 

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