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Triada

  • Abram Sinhache
  • 18 nov 2015
  • 1 Min. de lectura

Prefiero demostrarte que te quiero: besandote con la mirada, acariciando la raiz de tu cabello que se entrelaza dispuesto a ser peinado a la voluntad de mis dedos, rozando mis yemas en tu espalda descubierta, haciendo un conteo rápido de tus lunares mientras mi lengua la acaricia saboreando cada recoveco de tu piel, entretanto aprieto la fragilidad de tus piernas con la fuerza que apenas me alcanza en los dedos, obligados a seguir subiendo, leyendo tu piel siguen subiendo, con la intención de ser tuyos, se ponen de acuerdo con mis labios y mi lengua, su tregua consiste en abrazarte con la fuerza suficiente para destruirte y reconstruirte, entonces surge la triada pasional perfecta: mi labios, mi lengua y mis manos haciéndote mía, reconstruyéndote para mí, a través del juego que las manos y los labios disponen. Su organización resulta apenas equiparable con las demás triadas: los tres mosqueteros, hugo, paco y luis, los panchos, los tres chiflados, y algunas tan sublimes: padre, hijo y espíritu santo.


 
 
 

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