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Cómo el machismo se llevó mi hombría.

  • Abram Sinhache
  • 8 oct 2015
  • 4 Min. de lectura

Para ser la primera vez que escribo algo

sexista” en el blog, intentaré ser lo más sereno y templado en mis ideas, sin afán tocar fibras personales, para lograr esto estimado lector, si encuentra algo que no le guste, sencillo, haga su blog y ahí publique lo que quiera.


Sí, estoy a favor de una equidad de género real y objetiva, procuro ser cuidadoso en mi actuar y en mi lenguaje sin llegar a los extremos, como “lenguaje incluyente” ¿Qué rayos es eso? Los y las palabroas no tienen género o génera, es absurdo y absurda; no entiendo la razón de sentirse ofendido (u ofendida, recuerden: lenguaje incluyente) por decir “el sol”, en lo personal no me incomoda decir “la presidenta”, además considero algo irrelevante ponerle género al ente, por ejemplo, presidente: es el que preside, qué más da si es él o ella, aplaudiré el día en que sea más sensato valorar a la persona antes que el género, valoremos más bien, lo que genera esa persona. En fin, habrá que aceptar la brecha cultural que existe en el lenguaje, creo se tiene que respetar esa economización de palabras y practicidad en vocabulario.


Comparto la idea de que las mujeres están perdiendo el norte en el ejercicio por defender y crear su libertad y hacer respetar sus derechos, algunas veces tan básicos e indispensables como por ejemplo: salir a la calle como se les dé la gana, sin tener que soportar piropos (que aquí, cuando los piropos vienen de alguien atractivo se considera halago, pero cuando provienen de alguien antiestético se llama acoso), sólo por mencionar uno de la enorme lista.


A pesar que pretendo ser cuidadoso en temas de género, aún tengo vestigios de ese “machismo velado”(re-leyendo para publicar el texto me doy cuenta que el párrafo anterior es una muestra de ello) semilla inconsciente sembrada por cuestiones culturales, mi preocupación a veces incrementa por pensar en no respetar el derecho a la libertad de la otra persona, al grado de no poder preguntar a la pareja si ya llegó a casa, disfrazando la preocupación en saber si está bien o no, por ese “machismo velado” de querer tener el control sobre ella o sobre la relación, hasta ahora, he descubierto que la relación es un constante ceder, tú decides cuanto cedes y cuanto permites que el otro ceda, mientras que para unos lo ideal es tener alguien que esté siempre a su lado(atendiéndolo), para mí lo ideal es estar con alguien que no-te-esté-chingando.


En estos matices de la perspectiva de género me doy cuenta que es insostenible hablar de ellos, no por que no tenga la claridad de conciencia para hablarlos e intercambiar opiniones, más bien, los considero limitante para enriquecer la conciencia (ésta no tiene género, creo) Además me parece una falta de respeto al desarrollo interno de las personas, ya que las emociones y sentimientos, de donde viene el mayor aprendizaje significativo como el amor, el fracaso, el dolor, la felicidad, son experiencias únicas, no exclusivas de géneros; creo que esto se refleja claramente el caso del “hombre elefante” y su memorable escena:


No! ¡No soy un elefante! ¡No soy un animal! ¡Soy un ser humano! ¡Soy una persona!

En este tema de enriquecer la conciencia me cuesta definirme, lo que en este instante siento, soy un millón de millones de millares de células, en las profundidades de mi misterio no tengo nombre, no tengo edad, no tengo nacionalidad, no tengo nada. Soy una vacuidad creativa, dispuesta a obedecer a la voluntad amorosa y creadora del cosmos. En cuanto a mi vida real, yo no soy, me llaman por mi nombre Abraham Cantero.

Y es en mi vida real donde surgen planteamientos cómo el del párrafo anterior (bastante perturbados), en el tema que nos compete, el machismo, considero que los hombres hemos fincado costumbres para definirnos y proclamar nuestro ego como hombres, costumbres cómo: dar el primer paso para iniciar una relación, cómo, escupir y decir vulgaridades, cómo, dejar crecer la panza chelera, cómo, tener la bola de cristal para entender a las mujeres, dentro de la larga lista de etcéteras.


He considerado, seriamente, que la filosofía del machismo no se ha erradicado, más bien ha tomado otra forma, más discreta, más velada, si bien la naturaleza dicta al hombre (como género) como un proveedor en varios escenarios, pues más bien ha cambiado la forma y los recursos a proveer, es imposible que en siglo XXI que el hombre sea el único proveedor en el hogar, así, el hombre se ha tenido que valer de otros medios para dar soporte a esa carencia natural de ser el proveedor, está tomando conciencia de sus carencias y sabe que no puede sólo, de ahí deriva que ahora todo sea incluyente (como el lenguaje).


Es así que ahora, como hombre, no encuentro el rumbo, del papel que me toca aportar en la sociedad, creo que seguiré creyendo en la expansión de la conciencia de las personas, antes de etiquetarlas con algún distintivo que las limite del ser ellas mismas. Sin embargo el “neo-machismo” (¿por qué no?) propone nuevas alternativas para proveer que son más discretas y sutiles que el machismo cínico y anticuado que se ejercía hace 3 generaciones, aunque es triste saber que hay lugares donde se conservan esas prácticas, es lindo saber que hay una nueva generación de mujeres y hombres que están dispuestos a ser más incluyentes, aunque no sea en lenguaje, pero si en el actuar.



 
 
 

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