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Mis indicadores de Estrés

  • Foto del escritor: Abram Cantero
    Abram Cantero
  • 24 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

Hace tiempo (cinco – seis años será) se sembró en mí la idea que el estrés es bueno siempre y cuando sea soportable, ya que funciona como indicador de la larga lista de pendientes que has dejado acumular, pendientes laborales, académicos, personales y hasta íntimos, ya sabes, cerrar ciclos, procurar encontrarte contigo, encontrar tus formas de felicidad, entre otros y no vas a estar tranquilo hasta que los resuelvas.


Entrada la adolescencia tenía ya varios indicadores de estrés pero, ¿qué diablos le puede estresar a un adolescente? pues, la mayor parte de la secundaria y preparatoria prepa fui sorteando las materias, mientras más me valía madres, observaba como la lista de pendientes, tareas y proyectos por entregar se iba acumulando, me sorprende ahora la facilidad que tenía para dormir tranquilo, despreocupado, sabía que al final todo iba a solucionarse de una manera u otra, si el problema tiene solución ¿para que te preocupas? y si no tiene solución ¿para qué te preocupas? desafortunadamente llegó la adultez despojándome de este privilegio.


Mis indicadores en esa etapa eran vómitos por bilis, me llevaron al doctor el cual recetó un inhalador, lo dejé por nunca saber utilizarlo ya que no sentía efectos positivos ni negativos de ese medicamento, de hecho, ahora que lo pienso quizá sólo era un placebo, además diagnósticó una posible depresión, por todos los cambios característicos de la adolescencia, terminé yendo a terapia que más o menos ayudó a controlarme en ataques de estrés, comprendí (no gracias a la terapia, creo) que todos mis problemas derivaban por hacerme pendejo y dejar para después mis responsabilidades, aun así, seguí con mi mantra “me vale madre … me vale madre” repito, ahora en la adultez ese privilegio y ese mantra lo frecuento muy pocas veces.


Fue en la preparatoria cuando un amigo muy estimado, que por cierto, hoy precisamente lo vi en unas fotos tomando un taller de equidad de género y no pude evitar pensar que hubiera pasado si yo hubiera dado ese curso con él presente, seguramente nos estaríamos burlando sarcásticamente del contenido del curso, ya que siempre nos gustó la ironía y el sarcasmo, en fin, este amigo me presentó un complemento ideal para el estrés: el cigarro, de ahí en adelante se convirtió en un aliado mnemotécnico, sentía una ligera preocupación y ésta venía acompañada de un cigarrillo, así decidí empezar llenarme de actividades y de ideas por emprender (los que me conocen sabrán que cada mes tengo un nuevo proyecto/idea a desarrollar) sabía que no me podía preocupar por priorizar actividades más o menos significativas ya que ahora tenía un fantástico aliado con el cual podía hacer frente a todos los pendientes por hacer. Fue justamente hace tres años cuando mi madre me reveló, sin querer, el secreto de mi relación (ahora poco placentera) con el cigarro: “¿tú sabes por qué la gente que fuma se siente relajada? Porque sólo así puede controlar su respiración, el cigarro te obliga a respirar lenta y profundamente, así es como debes respirar” tenía sentido con las terapias de mi psicóloga, para llegar a un estado de relajación profunda eran 10 inhalaciones profundas y en cada exhalación obligabas a relajar alguna parte de tu cuerpo, empezando por la cabeza, los hombros, los brazos… aún puedo escuchar su voz “siete… exhalamos… y sentimos cómo los brazos se sueltan” al llegar a cero estaba tan tranquilo y en paz que podía escuchar mis pensamientos. Mi madre, la mejor terapeuta.


Sin embargo, desde hace aproximadamente un año he creado una nueva especie de indicador de estrés, es una molestia que origina ligera resequedad, justamente a la altura del codo en la parte interna de mi brazo derecho, da comezón y se me hace una especie de salpullido cuando me rasco, ahora que lo leo suena muy aparatoso, pero, amigo lector, no se ve tan mal como se lee, sale únicamente cuando me saturo de actividades, veo mi lista de pendientes por hacer y me siento embotado para realizarlas, es en ese momento cuando decido salir un rato a la calle, priorizar las actividades, ver los recursos con los que cuento, evaluar los cartuchos que voy a quemar y lo más importante: aclarar por donde diantres voy a empezar para terminar la lista. Hasta ahora es el método más significativo que tengo para establecer mi indicador.


Paradójicamente hace un año di un curso para el manejo del estrés, resulta más fácil enseñarlo que aplicarlo, pero hasta ahora sólo he encontrado un remedio fácil y efectivo: empezar a actuar, o, dirían algunos ilustres y célebres intelectuales: dejar de hacerse pendejo.


posdata: en caso de no funcionar el remedio propuesto en esta publicación, descargue el siguiente kit.


 
 
 

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