top of page

Taller de Escritores

  • Abraham Cantero
  • 21 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

escritor.jpg

Hay muchas razones para que me guste mi trabajo: impongo mis propios límites, me da tiempo para dedicarme a otras cosas, he conocido gente estupenda que me deja algo cada día, hay un ambiente de camaradería con los compañeros, tengo mi propio espacio, se ha formado equipo de trabajo formidable con los homólogos de los demás planteles, hay capacitación constante y me permite adquirir la experiencia necesaria para siempre emprender nuevos proyectos, uno de ellos ha sido de lectura y escritura, que ahora no sé qué nombre recibe, cada administrativo lo bautiza según le convenga, le guste, o su interpretación le de entender, los nombres van desde “club de lectura”, “club de redacción”, “sala de lectura” o como lo llamé al principio pero nadie lo respetó: “Taller de Escritores”, el nombre es lo de menos, lo que me importa es que los que pertenecen al Taller, los jóvenes, están motivados y contentos para compartir su forma de pensar y que alguien los está leyendo, tienen un gran potencial y miles de historias por contar, algunos escriben cosas sumamente interesantes, a veces al finalizar los trabajos, los convenzo de que su creación se puede vender muy bien y abusando de su nobleza les he comprado varias obras por un precio casi simbólico. Me da satisfacción ver que se esfuerzan para lograr que su texto sea apetecible, ya que para lograrlo tienen que pasar por una serie de filtros emocionales, de manera que cuando escriben lo hacen con un sello muy personal y logran generar esa conexión con el lector.


Ha sido difícil trabajar con otro paradigma el Taller de Escritores, ya que se vive bajo un ambiente escolarizado, hay que lidiar con ciertos requisitos pedagógico-administrativos que para nada van con el placer de la lectura y escritura: pase de lista, evidenciar los procesos que ocurren en el lector, realizar un inicio – desarrollo – cierre de la sesión. Mi trabajo ha sido improvisado, la menor de mis intenciones es convertir el Taller de Escritores en una clase más, y estoy seguro que cumpliendo esos requisitos me voy a alejar bastante de ese objetivo, así que diariamente ingenio alternativas para cumplir esos requisitos de una manera menos ortodoxa, ese ha sido el reto.


Con el paso del tiempo el Taller se ha convertido en una comunidad, tenemos nuestras reglas implícitas, nuestras costumbres, y me atrevo a decir que hasta nuestra identidad, como comunidad tenemos una filosofía muy interesante: procuramos ser democráticos, compartimos todo y nada es para nosotros, somos conscientes que no somos los únicos que van a hacer uso de los libros, bancas, pupitres, e incluso de ideas (para todos todo), además que encontramos un placer en compartir, compartimos voces, formas de pensar, textos, anécdotas, risas.


Para poder ser parte nuestra comuna tienes que pasar por una prueba de iniciación, para mantener la intriga en mis nuevos lectores, no puedo decir en que consiste dicha prueba, sólo diré que sirve para que los viejos miembros observen las cosas en común que tienen con los recién iniciados, de esa manera ya no eres un extraño más que se integra a nuestra comunidad, ese ha sido uno de los aciertos para que haya más integrantes, los jóvenes quieren conocerse más a ellos mismos y a los demás.


Creo que de todos los proyectos que he emprendido el que más ha tenido impacto es el Taller de Escritores, sé que nada es para siempre y algún día voy a tener que cambiar de trabajo, mientras pasa eso, voy a seguir disfrutando de las historias que suceden y no se escriben al rededor del Taller de escritores, esas son las más valiosas.

 
 
 

Comments


Recientes
Archivo
Search By Tags
bottom of page