Los Pedales de Contacto
- Abraham Cantero
- 18 mar 2015
- 3 Min. de lectura

Soy consciente de ser un comprador compulsivo. Hace ya tiempo, noviembre del año pasado, compré una bicicleta, fastidiado por la proporción de entrada de mi bolsillo no era siquiera comparada al gasto de combustible del auto. Definitivamente ha sido la mejor inversión que he hecho en mi vida, ahora, no creo en el tráfico, tengo más o menos buena condición y mi bolsillo claro, se ha visto menos estresado que antes, sólo que como bien dice mi padre “no existe felicidad completa”, la proporción de dinero que destinaba para la gasolina evidentemente se va en accesorios para la bicicleta, pedales automáticos, zapatillas para los pedales, luz trasera, kit contra ponchadura de llantas, bomba de aire portátil, etc. Jamás pensé que tener una bicicleta iba a ser tan caro. Sin embargo como lo dije antes, es la mejor inversión que he hecho.
Las personas siempre invierten, cada una en lo que más le convenga, con el primer auto: le invierte gasolina roja para que no se dañe el motor, hacer su afinación cada 3 meses, lo lleva a una estación donde le ponen un shampoo que hace más fácil quitarle las heces de las avecillas, avecillas que no tendrían por qué surrarte el auto si invirtieras tiempo en podar los arbustos que tienes por árbol afuera de tu casa.
Estoy seguro que en un universo paralelo, nosotros somos los regalos para las cosas, por ejemplo: cuando te regalan un reloj, no te lo regalan a ti, tú eres el regalo para él, al fin va a tener a alguien que le de mantenimiento, alguien que le de cuerda, le cambie las correas de vez en cuando y cambie la batería. En fin te regalan un compromiso. Así veo ahora mi bicicleta, como un compromiso que ella está haciendo conmigo, siempre y cuando le haga la inversión correcta. No diré cuánto dinero, tiempo y pensamientos le he invertido, pero si diré que bastante.
Hace poco me aficione con unos pedales automáticos, tarde días en evaluar cuales eran los mejores para mi y mi bicicleta, la verdad es que como simple mortal viajando siempre sobre en un bólido de metal jamás se llega a imaginar la cantidad de artículos y opciones que hay para una bicicleta, me costó un mes decidir que nuevos pedales le van a mi mejor inversión de transporte, no entraré en detalle de las bondades en ellos ya que la paciencia del lector y el espacio de la cuartilla no me lo permiten, además, no es mi objetivo convertirlos en Greenpeace y cambien de medio de transporte.
Llevo un mes con los pedales automáticos, y honestamente no ha sido la mejor inversión que he hecho, tienen detalles que no hacen placenteros mis paseos en bicicleta, no quito la idea de que tienen muchas ventajas, para los profesionales, pero para alguien amateur y que hace recorridos turísticos definitivamente no los recomiendo, cuestión personal.
Después de una decepción con los pedales automáticos, estuve reflexionando cual debe ser mi posición ante ellos, cuestión, que me llevara días, sino es que semanas decidir dejarlos o cambiarlos, la verdad es que nadie comprende la cantidad de reflexiones que puedo tener en un día, que decida no compartirlas es muy diferente, y hoy no fue la excepción, después de un día teniendo el cajón mental abierto con el tema de los pedales automáticos, me encuentro con Angélica, llego a su casa, bajo del bólido que me arranca una cantidad de mi bolsillo a cada litro de gasolina, toco el timbre de la manera peculiar y acostumbrada, sale con una sonrisa y lista para abrazarme, en cuanto abre la puerta da unos cuantos pasos hacia atrás para tomar vuelo y corre hacia mis brazos para darme un abrazo, no podre describir lo maravilloso que es ese pequeño detalle, me hace recordar que tengo mejores cosas que invertir que en unos pedales automáticos.
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